22/12/10

Reflexiones de un país inventado (I)

Para empezar pongamos un país, sin un nombre ni nada, solo imaginemonos un país. Pongamos que en ese país durante muchos años vive una población con cualificada mano de obra, culturalmente... podemos decir que en lugar de decir /programa/ dicen /pograma/, pero como he dicho son buena mano de obra, trabajadores, sufridores, y siempre vivieron por su trabajo, cautivos como el vaho tras los cristales.
Han visto muchas cosas, han logrado muchas cosas, en ese país todo empezó a irles bien con el sudor de sus frentes.
Pasados los años lo que quedaba en ese país era una panda de adultos envejecidos por su trabajo y que seguían sin saber decir programa, su madurez la ocuparon en otras cosas. La otra parte que quedaba en el país, aunque vivía en casas mas grandes, era de peor calaña que sus envejecidos paisanos. Estos niños de papá, lo único que tenían claro en la vida, era la marca de las zapatillas con las que pisoteaban el suelo que los viejos habían asfaltado, sin haberse parado a pensar nunca en que todas sus pseudonecesidades se satisfacían gracias al trabajo que otros habían hecho, otros de los que hoy se reían, por no saber decir /programa/
Tampoco se paró nunca nadie en este país a pensar ni reflexionar por qué los empresarios tenían tantos derechos, si un empresario tenía que hipotecarse... bueno, eso es arena de otro costal... mañana seguiremos